“Siempre se ha hecho así” nos presenta una parábola sobre la adherencia a lo familiar y el miedo a explorar lo desconocido. ¿Cómo la complacencia y la aceptación de “lo que siempre se ha hecho” moldean nuestra capacidad para innovar y adaptarnos?
En una clara y brillante mañana, un joven becerro se encontró con la necesidad de cruzar un espeso bosque para regresar a su apacible pradera.
Con entusiasmo y curiosidad, el becerro se embarcó en la aventura, trazando un sendero sinuoso entre las frondosas sombras, creando un camino que zigzagueaba sobre colinas suaves y valles sombreados.
Al siguiente amanecer, un perro explorador, mientras paseaba por los alrededores, descubrió el recién creado sendero del becerro y decidió seguirlo para cruzar el bosque.
La ruta era tortuosa, pero la curiosidad lo llevó a recorrer cada curva que el joven becerro había creado el día anterior.
No mucho después, un carnero líder de un rebaño descubrió el sendero, y guio a sus compañeros a través de las curvas y vueltas que ahora parecían un camino prometedor a través del bosque.
Con el paso del tiempo, los hombres también comenzaron a usar el sendero. Con cada paso, la tierra bajo ellos se compactaba más, las curvas se marcaban más profundamente.
Aunque el camino era todo menos directo, lo seguían diligentemente, quejándose de las vueltas y la dificultad del terreno, pero sin atreverse a forjar un nuevo camino a través del bosque.
Así pasaron los días, y el sendero se convirtió en el camino principal para todos los habitantes de la región, evolucionando lentamente en una carretera concurrida que conectaba lo que ahora eran dos partes de un creciente pueblo.
La ruta que una vez fue trazada por un becerro curioso, ahora estaba pavimentada y llena de viajeros apresurados.
A medida que el pueblo se transformaba en una bulliciosa ciudad, el sendero se convirtió en una avenida principal, la arteria del tráfico que fluía como un río incesante.
Pero con cada curva, con cada vuelta, los viajeros perdían tiempo, energía y paciencia. Lo que podría haber sido un viaje de treinta minutos en una ruta directa, se convirtió en una travesía de tres horas en la complicada vía.
La gente murmuraba y se quejaba del tráfico y del tiempo perdido, sin embargo, nadie cuestionaba el camino.
Y mientras la ciudad seguía su rutina diaria, el antiguo y sabio bosque observaba con una sonrisa irónica. Los hombres, con toda su inteligencia y destreza, seguían el camino trazado por un joven becerro, sin atreverse a explorar, a buscar un nuevo y mejor camino.
Y el bosque susurraba con las hojas de sus árboles, recordando cómo la curiosidad de un joven becerro había moldeado el destino de una ciudad entera, y cómo la rutina ciega había eclipsado la imaginación y la innovación en los corazones de los hombres.
Reflexiones de “Siempre se ha hecho así”:
La Comodidad de lo Familiar:
En nuestra cotidianidad, ¿cuántas veces seguimos el mismo camino simplemente porque siempre se ha hecho así? Esta fábula nos lleva a reflexionar sobre cómo la comodidad de lo familiar puede obstaculizar la exploración y la mejora.
La Curiosidad como Motor de Cambio:
La curiosidad del joven becerro representa la esencia de la innovación y la adaptación. Un deseo de explorar lo desconocido puede conducir a nuevas y más eficaces soluciones a los desafíos cotidianos.
Desafiando lo Establecido:
Desafiar lo establecido y buscar nuevas rutas puede ser clave para el progreso y la eficiencia. En una sociedad en constante evolución, la capacidad de cuestionar y mejorar lo existente es crucial para avanzar.
“Si hubiera preguntado a la gente qué querían, habrían dicho “caballos más rápidos””
Henry Ford
Conclusión:
“Siempre se ha hecho así” nos ofrece una reflexión profunda sobre la resistencia al cambio y la importancia de la curiosidad y la innovación. A través de una simple ruta trazada por un becerro, somos testigos de cómo la rutina ciega puede eclipsar la imaginación, recordándonos la necesidad de explorar y buscar nuevas soluciones para adaptarnos y prosperar en un mundo en constante cambio.