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El Ermitaño

El Ermitaño

EL ermitaño, cuento sobre la autodisciplina y el control interno.

«El Ermitaño» es una historia que aborda la constante batalla que todos enfrentamos para domar y controlar nuestros impulsos y emociones. A través de una analogía con diversos animales, el ermitaño muestra que incluso en la soledad, la tarea más grande de la vida es la autodisciplina.

Se cuenta que un viejo ermitaño se quejaba muchas veces de que tenía demasiado que hacer.

La gente preguntó cómo era eso puesto que no entendían que al vivir en soledad tuviera tanto trabajo.
Les contestó:

-Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león.

-No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives, ¿Dónde están todos estos animales?

Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron.

Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo.

Tengo que domarlos para que sólo se lancen sobre una presa buena.
Son mis OJOS.

Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan.
Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir.
Son mis MANOS.

Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles.
Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta.
Son mis PIES.

Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas.
Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño.
Es mi LENGUA.

El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber, pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día.
Es mi CUERPO.

Finalmente necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso.
Es mi CORAZÓN.

Reflexión:

La historia destaca la necesidad del autocontrol y la disciplina en cada aspecto de nuestra vida. Desde los ojos que deben seleccionar lo que ven, las manos que deben elegir actuar para bien, los pies que deben estar firmes en la adversidad, hasta la lengua que puede ser tanto un veneno como un elixir, cada aspecto de nosotros mismos requiere un esfuerzo constante para ser domado y dirigido.

«El Ermitaño» nos recuerda que, aunque podamos buscar la paz y el equilibrio en el mundo exterior, la verdadera batalla se libra en nuestro interior. Nos llama a estar conscientes de nuestras debilidades y fortalezas, y a emprender el continuo viaje de automejoramiento.

«La autodisciplina comienza con el dominio de tus pensamientos. Si no controlas lo que piensas, no puedes controlar lo que haces.»

Napoleon Hill
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