En busca de la verdad, cuento sobre la naturaleza de la verdad.
La búsqueda de la verdad ha preocupado desde siempre al ser humano. A lo largo de la historia, filósofos, místicos, poetas y pensadores de todo tipo han intentado hallar respuestas definitivas sobre el sentido de la existencia y la realidad última de las cosas.
En este relato, un perseverante buscador recorre el mundo interrogando a sabios, eruditos y autoridades sobre el paradero de la esquiva verdad.
Cuentan que un buscador de la verdad salió en cierta ocasión a los caminos del mundo. Y allí preguntó a sus hermanos: Decidme: ¿en dónde está la verdad?
- Busca en la filosofía – respondieron los filósofos.
- La verdad está en el servicio – dijeron los políticos.
- Entra a las catedrales – le aconsejaron los clérigos.
- La verdad es la sabiduría – terciaron los sabios.
- Renuncia a todo – propusieron los ascetas.
- Contempla la creación – proclamaron los místicos.
- Acata y cumple las leyes – señalaron los gobernantes.
- Conócete a ti mismo – cantaron los esotéricos.
- La verdad está en los números – anunciaron los cabalistas.
- Vive los placeres – aconsejaron los epicúreos.
- Únete a nosotros – le gritaron los revolucionarios.
- La verdad es un mito – afirmaron los escépticos.
- Vive y deja vivir – clamaron los existencialistas.
Confundido, el buscador se dejó caer sobre el polvo del camino, mientras la multitud se alejaba cantando y reivindicando “su” verdad.
En eso, acertó a pasar junto al hombre un venerable anciano que portaba un refulgente diamante.
-¿Quién eres?- preguntó el derrotado buscador de la verdad.
Y el anciano, mostrándole el diamante, respondió:
-Soy el guardián de la verdad.
-¿La verdad? ¿Es que existe?
El anciano sonrió, y aproximando la gema al rostro del buscador, replicó:
-La verdad, como este tesoro, tiene mil caras. A cada uno le corresponde averiguar cuál es la que le toca.
Reflexión:
«En busca de la verdad» nos invita a meditar sobre la naturaleza escurridiza y multifacética de la verdad. Cuántas veces, como el protagonista, recorremos el mundo buscando certezas absolutas a través de doctrinas, autoridades e ismos. Y cuántas veces terminamos turbados al hallar solo verdades parciales, fragmentarias, que se contraponen entre sí.
La verdad no es patrimonio exclusivo de nadie, ninguna voz puede arrogarse su posesión total. Como nos revela el anciano, la verdad es un diamante de múltiples caras, un prisma que refracta la luz en colores, matices, ángulos diversos.
Cada uno de nosotros enfrenta el desafío de hallar su propio atisbo de verdad en este universo. No existen fórmulas mágicas, solo nuestra intuición y experiencia vital pueden guiarnos en esta búsqueda interior que nos constituye como seres humanos.
Perseveremos en el camino con humildad, sabiendo que la verdad emerge poco a poco, como el amanecer, cuando aprendemos a integrar todos los destellos de luz.
«La verdad es como un diamante de múltiples caras, cada uno debe hallar su propio atisbo de ella»