Tres Pares de Ojos: La Creación de la Madre.
“Tres pares de ojos” nos lleva a un viaje místico al taller celestial donde se forjan las madres. Este cuento nos sumerge en la comprensión de las cualidades sublimes que componen la esencia de una madre, desde su fortaleza y empatía hasta su capacidad para percibir más allá de lo evidente.
En los confines celestiales, donde las estrellas tejían misterios y los amaneceres nunca cesaban, Dios dedicaba su divina habilidad a una obra sin precedentes: la creación de las madres.
En su taller, donde los sueños y la realidad se entrelazaban, Él trabajaba en el sexto día, infundiendo amor y sabiduría en su nueva creación.
Un ángel, movido por la curiosidad y el asombro, se aproximó al Creador. Observó cómo Dios, con manos que habían moldeado universos, daba forma a un ser de ternura y fortaleza inigualable.
Dios, con una mirada que reflejaba el cosmos, compartió su visión de la madre ideal: una figura de resistencia inquebrantable, con un corazón capaz de expandirse infinitamente. Explicó cómo cada madre tendría la habilidad de sanar el alma y las heridas físicas, funcionando con un amor inagotable.
El ángel, aún perplejo, señaló la improbabilidad de dotarla con seis pares de manos. Dios sonrió, revelando que el verdadero milagro radicaría en los tres pares de ojos de la madre.
Un par para descubrir travesuras y secretos ocultos, otro para ver y aceptar realidades difíciles, y un tercero, frontal, para mirar a sus hijos con un amor y comprensión ilimitados.
Al ver el agotamiento divino, el ángel sugirió descansar. Sin embargo, Dios estaba inmerso en su obra, perfeccionando una madre capaz de auto-curación, nutrición y paciencia infinitas.
Examinando la delicada figura, el ángel expresó su preocupación por su aparente fragilidad. Dios, con una certeza profunda, aseguró que la fortaleza de una madre era incomparable, forjada para adaptarse, sobrevivir y prosperar.
Al notar una lágrima en el rostro de la creación, el ángel cuestionó su propósito. Dios explicó que era el conducto para la emoción más pura: alegría y dolor, frustración y orgullo, un recordatorio de la profunda humanidad que las madres encarnarían.
El ángel, maravillado ante tal creación, alabó la maestría de Dios. El Creador, con una mezcla de alegría y melancolía, reconoció que esa lágrima era un testimonio del libre albedrío y la capacidad de amar profundamente, elementos esenciales de la esencia humana.
Reflexión “Tres Pares de Ojos”:
La multifacética naturaleza de la maternidad:
La madre ideal descrita es resistente y adaptable, con “piezas intercambiables” que sugieren su capacidad para enfrentar y sobrellevar diversos retos y situaciones.
La percepción casi milagrosa de una madre:
Los “tres pares de ojos” representan la habilidad de una madre para percibir y comprender lo que sucede a su alrededor, incluso lo que no se ve o lo que los hijos intentan ocultar.
El amor incondicional y el entendimiento:
El par de ojos frontales representa la capacidad de mirar con amor y comprensión, destacando la empatía y el apoyo emocional que una madre proporciona.
La fortaleza en la vulnerabilidad:
A pesar de su aparente delicadeza, la madre tiene una fortaleza insuperable. La lágrima en la mejilla es símbolo de la capacidad de sentir profunda y genuinamente, y de experimentar la gama completa de emociones humanas.
El libre albedrío y la humanidad:
La lágrima también representa el libre albedrío, sugiriendo que, a pesar de su rol casi divino, una madre sigue siendo humana, con todas las alegrías y penas que eso conlleva.
“En el corazón de cada madre yace una visión que trasciende lo visible, un amor que profundiza lo superficial y una fuerza que desafía lo imaginable.”
Conclusión:
La narración nos muestra que la verdadera grandeza de las madres no radica solo en sus actos visibles de amor y cuidado, sino también en su extraordinaria capacidad de comprensión, su resistencia ante la adversidad y su humanidad que abraza tanto la alegría como el dolor. Es un homenaje a la maternidad, celebrando el impacto trascendental y la influencia imperecedera de las madres en nuestras vidas.